¿Qué significa “ser salvo”? Ser salvo significa: vivir reconciliados con Dios, nuestro Padre Celestial, sabiendo que hemos sido perdonados de nuestra condición pecaminosa y perdida, siendo aceptados por El de manera gratuita e inmerecida, a través de los méritos de nuestro Salvador Jesucristo, quien nació, vivió entre nosotros, sufrió muerte agonizante y resucitó al tercer día de entre los muertos, para que nosotros tuviésemos ejemplo de vida, perdón de nuestros pecados, libertad espiritual y esperanza de vida eterna. Todo esto en espera del gran día, cuando El regresará a esta tierra para juzgar a vivos y a muertos, y para establecer su reino eterno junto con sus redimidos.
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¿Por qué necesito “ser salvo”? La Biblia, la cual es la Santa Palabra de Dios, nos declara a todos como perdidos, desobedientes y en rebelión contra Dios. “Porque todos hemos pecado y estamos destituídos de la Gloria de Dios" Ya que por naturaleza estamos enemistados con Dios, necesitamos ser reconciliados con El. Por Su gran amor para con nosotros y sabiendo que por nuestros propios medios no podríamos nunca llegar a El, nuestro Padre Celestial proveyó el medio por el cual podemos recibir perdón por nuestra rebeldía, eximiéndonos del castigo que merecíamos, y la gracia para poder acercarnos a El confiada y dignamente. Ese medio que Dios proveyó para reconciliarnos consigo mismo es Jesucristo, Su santo hijo unigénito. “Porque no hay otro nombre, dado a los hombres, por quien podamos ser salvos”
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¿Cómo soy salvo? Somos salvos por medio del conocimiento de Jesucristo, entendiendo que El es el único mediador entre Dios y los hombres, aceptando que El pagó con Su vida todas nuestras transgresiones y desobediencias, reconociendo que El es el Amo y Señor de nuestras vidas.
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¿Qué puedo hacer para ser salvo? La Salvación es gratuita, por gracia. Es un regalo de Dios, el cual no se puede comprar, ni ganar por medio de sacrificios personales o beata religiosidad. Jesucristo pagó nuestra deuda eternamente y nos amistó con Dios a través de su muerte expiatoria. Su sacrificio es suficiente y eficaz, para perdonar todo pecado pasado, presente o futuro y para presentarnos limpios y aceptables delante de Dios, nuestro Padre Celestial. Lo único que nos queda a nosotros por hacer, es reconocer que necesitamos el perdón de Dios, arrepintiéndonos de lo que hemos hecho desagradable a El, siendo conscientes de nuestra rebeldía y nuestra necesidad de reconciliarnos con Dios. Aceptar que Jesucristo, en efecto, murió por cada uno de nosotros, para pagar nuestra deuda y para ser nuestro Salvador personal. Finalmente, ceder de manera voluntaria nuestra vida presente y futura, a Su voluntad y perfecto plan para nosotros, permitiéndole a Jesucristo un lugar de pre-eminiencia y señorîo en nuestro caminar diario, mientras mantenemos y cultivamos una relación personal con El.
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| Y ahora ¿Qué? Si este nuevo conociemto le ha hecho reflexionar y percatar de su necesidad espiritual, por qué no toma un momento ahora y en una breve conversación con Dios, usted confiesa con sus labios que necesita recibir el bendito perdón de sus pecados, aceptando a Jesucristo y Su sacrificio en la Cruz del Calvario como el único medio para Salvacíon e invitando a Jesucristo a que tome el trono de su vida como su Señor, Salvador y amigo. Aunque no es necesario fórmulas ni modelos para hacer esto, si desea, permítanos guiarlo con una sencilla oración. Padre Celestial: vengo a ti sabiendo que no soy digno, pués he fallado y pecado. Reconozco que, de acuerdo a Tu Palabra, he estado enemistado contigo. Me arrepiento, pues, de toda mi desobediencia y te ruego me perdones por los méritos de Tu Santo Hijo Jesucristo. Señor Jesús: Reconozco que tu eres el Hijo Unigénito de Dios, venido en carne, para enseñarme a vivir por tu vida; a rescatarme y perdonarme por medio de tu muerte; y a darme vida eterna y victoriosa por medio de tu resurección. Te invito ahora, Señor a tomar control de mi vida, mis pensamientos y mis deseos, para forjarme a Tu imagen, de acuerdo a Tu voluntad. Gracias mi Dios. Si usted ha tomado esta decisión de invitar a Jesucristo a ser el Salvador y Señor de su vida, déjenoslo saber. Nos encantará oir de usted. Y si tiene alguna inquietud o pregunta, no dude en escribirnos, pues gustosos haremos lo posible por responderle. Escríbanos a
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